martes, 21 de enero de 2014

Arqueología Subacuática: La excavación arqueológica

La excavación es un medio destructivo de investigación, es una disección del yacimiento para estudiarlo y extraer de él los elementos que lo conforman. Cuando se excava un yacimiento, desaparece tal y como desaparece con él la posibilidad de una segunda lectura del mismo. La información que no se documente o registre se pierde para siempre. Por eso se insiste en la necesidad de que las excavaciones sean el último recurso de la investigación, y que cuando se hagan sea de forma científica, sistemática y rigurosa.

Las recomendaciones internacionales en materia de patrimonio arqueológico submarino establecen una serie de criterios básicos a la hora de pensar en una intervención. Estos criterios generales recomiendan excavar únicamente los yacimientos seriamente afectados por el expolio continuado, los amenazados por una destrucción inminente, los yacimientos cuyas características culturales o históricas sea absolutamente únicas, los que completan o contrastan una investigación arqueológica, los que están a poca profundidad frente a los que están en aguas profundas y los que carecen de estructura de madera frente a los que la tienen.

En este sentido algunos equipos de investigación en arqueología subacuática han desarrollado su actividad en barcos que han sido expoliados o excavados por buscadores de tesoros. Un caso sería el de los navíos españoles Nuestra Señora de Guadalupe y Tolosa excavados en 1975 por el buscador de tesoros Tracy Bowden y estudiados en los 90 por un equipo de arqueólogos e ingenieros navales españoles.


Las destrucciones inminentes por construcciones también han motivado numerosas excavaciones submarinas de barcos que se encontraban en zonas portuarias y que se localizaron durante las labores de prospección.

La excavación arqueología supone la remoción ordenada del terreno para descubrir los restos ocultos registrando cada detalle de los objetos y estructuras que van apareciendo. En el caso de barcos hundidos, la excavación suele tener dos fases distintas: la excavación y recuperación del cargamento, y el estudio del casco del barco que se conservará siempre in situ.

La técnica de trabajo más habitual a la hora de trabajar bajo el agua, es la de crear una referencia espacial en forma de cuadricula. Casi todas las cuadriculas de excavación suelen tener una parte rígida construida con hierro, aluminio o PVC con perfil de aluminio. Este cuadro o rectángulo tendrá después una serie de cabos que forman una retícula de cuadrados más pequeños en unidades de un metro por un metro. A su vez. Se suelen crear otras retículas más pequeñas con subdivisiones de diez por diez centímetros. Este entramado de cabos forma la referencial espacial horizontal, mientras que la referencia vertical, la cota o profundidad, estará referida a un plano imaginario horizontal formado por la propia profundidad de la cuadricula.



Con estas referencias espaciales bien fijadas al fondo y perfectamente niveladas, comenzará el proceso de excavación. Es muy frecuente encontrar los naufragios completamente cubiertos por una capa de vegetación o una costra de coral, según los mares.  Bajo esta capa, se suele encontrar un sediento mucho más suelto y deleznable de arena, fango, cascajo o tierra compacta hasta llegar al primer estrato fértil del yacimiento. Para retirar este tipo de sedimento es necesario el empleo de la manguera de succión. Los sedimentos se retiran con sumo cuidado, pues forman parte del yacimiento, y pueden contener pequeños objetos que no se deben pasar por alto. Por eso se emplea un tamiz o rejilla antes de acumularlos en una zona de la excavación en la que no estorben al trabajo arqueológico.


Los objetos arqueológicos y las partes del casco que pudieran aparecer se documentan antes de ser extraídas y subidas a la superficie. El registro y documentación gráfica de una excavación tiene varias facetas, todas ellas se relacionan entre sí: el dibujo, la fotografía y la filmación.

·        Dibujo arqueológico: Bajo el agua es posible dibujar con toda precisión los restos arqueológicos, es igual que en la excavación terrestre. El dibujo arqueológico bajo el agua se realiza en un papel en poliéster, milimetrado o no, que se coloca sobre una tablilla rígida de chapa, metacrilato o aluminio. Se emplea un portaminas sin piezas metálicas o un lápiz de minas intercambiables. La goma, regla plomada y cinta métrica sumergible completan el equipo de dibujo submarino. Se emplea el mismo procedimiento que en tierra.


·        La fotografía submarina, es fundamental como proceso de documentación, y tiene sus propios condicionantes. Por un lado los colores, tal y como se ven en tierra, desaparecen paulatinamente al aumentar la profundidad. En primer lugar desaparece el rojo, después el naranja, el verde y el amarillo. Para rescatar los colores originales es necesario el suo de un flash o foco de iluminación continua, además de trabajar con película de alta sensibilidad. La luminosidad también disminuye con la profundidad. Otro problema son las partículas en suspensión, que pueden enturbiar el agua, sobre todo en fondos fangosos o limosos. Por todo ello es muy frecuente que se emplea la fotografía en blanco y negro para documentar los procesos de trabajo.



La documentación fotográfica es interesante para poder construir una imagen completa del yacimiento. Normalmente es imposible hacer una fotografía “aérea” de los restos del naufragio pues al alejarse del objeto para que este entre en el marco de la cámara se difumina y se pierde detalle, ante la cantidad de agua existente entre cámara y objeto. La única posibilidad es sacar fotografías detalladas de todo el yacimiento, y crear un fotomosaico uniendo las fotografías parciales tomadas a corta distancia.

Cuando se fotografían los restos del casco de madera es necesario tener una referencia exacta de cada elemento de la fotografía, se señalan con líneas y puntos visibles, las separaciones entre las tablas, los escarpes, las cabillas y las clavijas de madera. Esto se suele solucionar con chinchetas de cabeza blanca para las clavijas pequeñas y cable metálico con camisa blanca para las cabillas y las uniones entre ellas.


Las tablillas de fotografía se utilizan para incorporar a la fotografía los datos concretos de la cuadricula, estrato o nivel, contexto fecha, nombre del yacimiento y una referencia del norte magnético.

·        La videofilmación es también un instrumento de documentación indispensable, tanto para su posterior empleo en reportajes, documentales o vídeos museográficos, como para tener constancia de cada fase de trabajo y cada hallazgo realizado. No existen cámaras de vídeo sumergibles, sin embargo sí que hay carcasas adaptables a una gran cantidad de modelos de vídeo-cámara y focos para iluminar bajo el agua. Además de formatos muy variados, siendo DVC pro O Betacam el formato profesional.

La documentación de una excavación se completa con la descripción detallada y exhaustiva de todos los hallazgos y con la creación de fichas informatizadas en las que se registran todos los datos necesarios del proceso de trabajo.

Una vez documentados los objetos bajo el agua serán extraídos e izados a la superficie teniendo extremo cuidado para que no sufran ningún daño en la operación. Dependiendo del grado de fragilidad, los objetos serán izados en cestas mediante globos ascensionales, o mediante soportes rígidos especiales, a modo de camillas.

Un tema importante es la necesidad de crear un equipo interdisciplinar. Es necesaria la participación de un nutrido grupo de especialistas. El equipo de arqueología submarina debería estar compuesto por: un equipo científico debería estar compuesto por: arqueólogos, historiadores, ingenieros navales, biólogos, geólogos, geofísicos, restauradores, topógrafos, dibujantes y fotógrafos; y un segundo equipo de náutica y buceo, compuesto por el jefe de operaciones, buceadores profesionales de apoyo, mecánicos, patrones de las embarcaciones y marineros. Todos ellos coordinados para conseguir los objetivos marcados por el equipo científico.

LEÓN AMORES, C. “Metodología de la Arqueología Subacuática”, Monte Buceiro, Nº 9, pp. 118-122. 2003.

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